viernes, 19 de octubre de 2007

POETAS MALDITOS: EDGAR ALLAN POE



Es considerado el padre del cuento de terror psicológico y del short story (relato corto) en su país. Fue precursor así mismo del relato detectivesco y de la literatura de ciencia ficción, y renovador de la llamada novela gótica.

Ejerció gran influencia en la literatura simbolista francesa, pero su importancia alcanza mucho más lejos: son deudores suyos toda la literatura de fantasmas victoriana, y, en mayor o menor medida, autores como Kafka, Lovecraft, Borges, etc.

En una de sus cartas, dejó escrito: MI vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; es un honesto deseo de futuro.

Poe sufrió durante toda su vida fuertes depresiones nerviosas, de las que se defendía, como se ha visto, por medio del láudano y el alcohol. Fue además continuamente asediado por problemas económicos, muchas veces derivados de dichas aficiones. La enfermedad y posterior muerte de su mujer por tuberculosis (al igual que su madre biológica) en 1849, y varios fracasos posteriores (ya al final de su vida)en relaciones amorosas, agravaron su alcoholismo.

El 3 de octubre de 1849 fue encontrado en estado de desvarío y con ropas que no le correspondía frente a una taberna en la ciudad de Baltimore, Maryland. Probablemente afectado de delirium tremens, fue trasladado al Washintong College Hospital. Sufrió alucinaciones, delirios y extravíos, y opuso resistencia a los enfermeros alternado esto con lucidez. Al final murió en la madrugada del 7 de octubre. Al expirar pronunció estas palabras: "¡Que Dios se apiade de mi pobre alma!".




UN SUEÑO EN UN SUEÑO

¡Toma este beso en la frente!
y al abandonarte te confieso
que tenías razón cuando decías
que mis días habían sido un sueño.
Porque si la esperanza ha huido
en una noche o un día,
fuera visión o no lo fuera,
¿ha huido menos por eso?
Todo lo que vemos o creemos ser
no es sino un sueño en un sueño.
En una ribera atormentada,
eco del mar rugiente, me encuentro.
Los granos de arena se escapan de mi mano,
granos de arena dorada.
¡Pocos son! Con todo ¡fluyen!
hacia el fondo del mar, através de mis dedos
mientras lloro, ¡mientras lloro!
¡Oh Dios!, ¿podré salvarlos
oprimiendolos más fuerte entre mis dedos?
¿podré del mar abismante
salvar uno, salvar uno...?
Todo lo que vemos o creemos,
¿no es sino un sueño en sueño?

EL DÍA MÁS FELIZ, LA HORA MÁS FELIZ



I
El día más feliz..., la hora más feliz
mi marchito y estéril corazón conoció;
el más noble anhelo de gloria y de virtud
siento que ya desapareció.
II
¿De virtud dije? ¡Si! Así es,
pero, ¡ay!, se han desvanecido para siempre.
Eran el sueño de mi juventud...,
mas dejadlos ya esfumarse.
III
Y tú, orgullo, ¿qué me importas ahora?
¡Aunque pudiera heredar otro rostro,
el veneno que has vertido en mí
permanecerá siempre en mi espíritu!
IV
El día más feli..., la hora más feliz
verán mis ojos..., ¡sí!..., lo han visto;
la más resplandeciente mirada de gloria y de virtud
siento que ha sido.
V
Pero exixtió aquel anhelo de gloria y de virtud,
ahora inmolado con el dolor:
incluso entonces sentí... que la hora más dulce
no viviría de nuevo.
VI
Pues sobre sus alas se cernía densa oscuridad,
y mientras se agitaba..., se desplomó un ser
tan poderoso como para destruir
a un alma que lo conocía bien.

EL CUERVO


Cierta vez en la media noche, mientras yo reflexionaba débil y cansado
sobre varios volúmenes raros y curiosos de una ciencia olvidada;
mientras cabeceaba, casi dormido, escuche unos suaves golpes
como si alguien llamarasuavemente a la puerta de mi casa.
"Es alguna visita -murmure- que llama a mi puerta".
Eso es todo y nada más.

¡Ah! Con claridad recuerdo que fue en frío diciembre;
cada brasa moribunda forjaba su fantasma sobre las baldosas del hogar;
ansiosamente anhelaba el nuevo día; en vano procuraba hallar en la lectura
de mis libros una tregua al dolor; al dolor por la muerte de Eleonora
por la radiante y singular muchacha a quien los ángeles llaman Eleonora,
ya sin nombre, nunca más.

El triste, sedeño e incierto de cada uno de los rojos cortinajes
me estremecía -me llenaba de fantásticos terrores por mí jamás sentidos-;
de tal modo que, para silenciar los latidos de mi corazón, me puse de pie repitiendo
"Es sin duda una visita que llama a mi puerta, que desea entrar,
algún visitante tardío a la puerta de mi casa que desea entrar."
Eso es todo y nada más.

Entonces mi alma cobró vigor y sin vacilar ya
"Caballero -dije- o señora, le ruego que me disculpe,
la verdad es que estaba adormilado y usted tan suavemente llamó
tan suavemente vinisteis a golpear, a golpear la puerta de mi casa
que apenas podría asegurar haberlo oído" -- .Allí abrí de par en par la puerta
soló sombras ¡y nada más!

Atisbando en la profunda oscuridad, permanecí de pie con extrañesa y temor
dudando, soñando sueños que ningún mortal o dama se ha atrevido a soñar antes;
pero el silencio no fue interrumpido y la oscuridad no fue turbada.
La única palabra que se escuchó fue la susurrada: ¡Leonora!
Soló eso y nada más.

Volví a mi cuarto con el alma encendida
de nuevo volví a escuchar un golpeteo algo más fuerte que antes.
"Seguramente -me dije-, seguramente es la celosía de mi ventana.
Veamos pues que es lo que ocurre y exploremos ese misterio.
Corazón, tranquilizate un momento para que yo explore este enigma."
Soló el viento y nada más.

Abrí de un tiron el postigo, y con mucho retozo y aleteo
entró un soberbio cuervo majestuoso, de la antigüedad.
No me hizo ningún caso; ni un instante se detuvo o se paró;
sino que con aire de caballero o de dama, se situó sobre la puerta de mi cuarto,
se situó sobre un busto de Palas precisamente sobre la puerta de mi cuarto.
Descansó y se posó, nada más.

Entonces aquel pájaro de ébano, obligo a mi triste imaginación a sonreir
por el grave y severo empaque que tenía.
"Aunque tu cresta esté mocha, tú -le dije- no eres sin duda un cobarde
cuervo viejo, bonachón y espectral que vagas en las tinieblas de la noche.
Dime, ¿cuál es tu nombre señorial en ribera Plutonica de la Noche?"
Dijo el cuervo: "Nunca más".

Maravillado de escuchar a aquel desmañado pájaro discurrir tan claramente
aunque su respuesta no fuese precisa, ni cabal su sentido.
Porque no podemos dejar de concidir en que ningún ser humano viviente
tuvo jamás la felicidad de tener a un pájaro sobre la puerta de su cuarto,
pájaro o bestia sobre la escultura de un busto situado encima de la puerta de su cuarto,
con un nombre: "Nunca más".

Pero el cuervo, inmóvil sobre el placido busto sólo dijo
aquellas palabras, como si su alma oscura a tráves de ellas se vertiera.
Nada mas agregó, ni movió una pluma.
Pero yo apenas pude murmurar: "Otros amigos me han dejado antes,
al amanecer éste me dejará, del mismo modo que de mi huyeron las esperanzas."
Entonces el pájaro dijo: "Nunca más".

Me sobrecojó ante el silencio roto por una respuesta tan justa.
"Sin duda -dije- lo que dice son sólo frases aprendidas
oídas a algún maestro desgraciado a quien la desgracia
le acoso más y más hasta que sus canciones tuvieron un solo estribillo;
hasta que los cantos funebres de su esperanza, los de la muerte, repitieron:
Jamás y ¡nunca más!

El cuervo aún continuaba incitando a toda mi alma triste a sonreir.
Arrastre un sillón hasta situarme frente al ave, el busto y la puerta;
y entonces, hundiendome en su terciopelo, me puse a encadenar
fantasía con fantasía, pensando lo que aquel pájaro siniestro de antaño,
quiso decir graznando "Nunca más".

Permaneci observando: pero nada trastornó la honda clama del ave,
cuyos ojos fieros me abrazaban hasta el fondo del pecho.
Yo estaba sentado tratando de esto y más, con la cabeza reclinada
sobre el terciopelo almohadón que la luz de la lámpara acariciaba
ya no volveré a estrecharlo ¡nunca más!

Entonces me parecio que el aire se hacía más denso, perfumado por un extraño incensario
balanceado por ángeles cuyas débiles pisadas resonaban en el suelo alfombrado.
"¡Miserable! -grité-. ¡Tu dios te ha concedido, por
medio de estos ángeles que te ha enviado,
tregua, tregua y nepente para aliviar el recuerdo de Leonora!
¡Bebe, ¡oh!, de ese buen nepente y olvidala!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".

"Profeta -dije-, cosa del mal, ya seas pájaro o demonio,
por ese cielo que nos circunda, por ese Dios que los dos adoramos
dile a esta alma cargada de pesar si, en el distante Edén,
abrazará alguna vez a la santa doncella a quien los ángeles llaman Leonora;
Dijo el cuervo: "Nunca más".

"¡Ésa es la voz de la partida pájaro o demonio !", grité, alzándome.
"¡Regresa a tu tempestad y a la ribera Plutonica de la Noche!
¡No dejes ni una pluma negra como rastro de esa mentira que tu alma ha pronunciado!
¡Deja intacta mi soledad! ¡Deja el busto sobre mi puerta!
¡Quita el pico de mi corazón y lleva tu figura lejos de mi puerta!
Contestó el cuervo: "Nunca más".

Y el cuervo sin moverse, todavía siguió posado, todavía permanece
sobre el palido busto de Palas precisamente encima de la puerta de mi cuarto
y sus ojos tienen la apariencia de un demonio que está soñando;
y la luz de la lámpara al iluminarlo arroja su sombra sobre el piso.
No será liberada ¡Nunca más!





1 comentario:

Anónimo dijo...

Umm...por lo visto tienes muy buen gusto...
La mayoría de autores que tienes me gustan a mi...
Saludos...
P-57